El presente documento es un resumen de las doctrinas que claramente enseña la Biblia en una correcta interpretación gramatical-histórica. Esta declaración de fe nunca debe ser considerada a la misma altura o sustituir la Palabra de Dios. Sólo la Palabra de Dios es la revelación de la voluntad divina que demanda obediencia sobre toda conciencia. Toda autoridad en la iglesia está subordinada a las Escrituras. Los concilios, los credos o las declaraciones de fe NO tienen una autoridad igual o superior a la autoridad de la Biblia.

Debemos rechazar las normas y prácticas que cualquier hombre o grupo establezcan que no proceda de las Escrituras. Hay muchas confesiones de fe o declaraciones doctrinales que a lo largo de la historia, creyentes piadosos, maestros eruditos y pastores fieles han redactado. Estas pretenden proteger la verdad de la Palabra de Dios de herejías y errores que a menudo se introducen en la Iglesia. Por tanto, esta declaración de fe coincide en su gran mayoría con las declaraciones doctrinales históricas que siempre ha caracterizado a la iglesia de Dios. Tras una lectura detenida de esta declaración de fe y consultando las referencias bíblicas, debemos animarnos en oración a que sirva de unidad en una misma fe, por medio del mismo Espíritu en el vínculo de la paz.

El propósito final de esta declaración de fe es el de glorificar a Dios por medio de la exaltación de su propia Palabra y reconociendo la supremacía de Cristo como el único Salvador y Señor de Su iglesia, la cual opera por medio del Espíritu Santo.